Querido navegante, para explicar tu ácida pregunta hemos de remontarnos a los años 20. Años duros, difíciles, años de clandestinidad, de señores antiguos conspirando en la oscuridad. La industria del jabón aroma limón crecía gracias al buen hacer del empresario John Soap, hasta el límite de hacer peligrar toda la estructura del cocktail. John, gracias a su influencia política, consiguió que se aplicase la conocida Ley Seca para quedarse con el monopolio de los limones.

Ni el zumo, ni los gintonics, ni los tequilas, ni las paellas de marisco, recién descubiertas por los norteamericanos que iban a Benidorm, competirían con su industria jabonosa por el preciado cítrico.

Toda la industria limonesca reaccionó ante tal panorama, y retaron a John a un combate a muerte de parchís americano. El que ganara se quedaba con los limones auténticos, el que perdiera se quedaba con el sucedáneo recién creado por los japoneses. Era pura imitación barata, pero también bastante aparente.

John dejó que jugaran tres contra él, porque era un chulo con suerte… y como todos los bocazas afortunados ganó, vaya si ganó. Se jactó todo lo que quiso y prosiguió con su imperio aromático.

Desde entonces el zumo de limón natural es una leyenda, como los unicornios, El Dorado y las cintas Beta.